Durante la década de los 60 se lanzó un método llamado ósmosis inversa, considerado hasta la actualidad como el método más avanzado para la purificación del agua sin utilizar ninguna sustancia química, usado incluso para convertir el agua de mar en potable, apta para el consumo humano.
El proceso de purificación de ósmosis inversa tiene siete etapas:
En la primera etapa: el agua atraviesa un filtro de sedimentos que retiene las partículas en suspensión hasta en 5 micrones como la arena, algas, lodo y polvo.
En la segunda etapa: El agua pasa por el filtro de carbón activo en bloque que está compuesto por carbón vegetal, certificado de alta calidad que remueve el cloro residual, olores y sabores contaminantes orgánicos, pesticidas y químicos.
En la tercera etapa: Luego el agua llega al filtro de sedimentos de 1 micrón, el cual está hecho de 100% de fibra de polipropileno y posee alta capacidad de filtración para remover partículas.
En la cuarta etapa: cuando el agua llega a la membrana de ósmosis inversa, filtra hasta 0.0001 micrones, por lo tanto, eliminará hasta el 99,9 % de las bacterias y virus indeseables y no permitirá el paso de los metales pesados disueltos en el agua, logrando así una limpieza perfecta del agua.
El agua purificada obtenida es almacenada en un tanque presurizado construido con materiales 100 % inocuos para la salud de las personas gracias a una circulación constante de agua y ninguna materia puede depositarse en la superficie exterior de la membrana, de tal forma que los contaminantes presentes serán evacuados hacia el alcantarillado
En la quinta etapa: El agua pasa por un filtro de post carbón vegetal aprobado por la NSF el cual está diseñado para mejorar aún más el sabor del agua que proviene del tanque de almacenamiento.
En la sexta etapa: El agua pasa por un filtro mineralizador y es aquí donde se le devuelve la cantidad adecuada de minerales que nuestro cuerpo necesita, tales como calcio, magnesio y potasio.
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